Font:
Mundo Obrero
Ignacio Blanco, diputado de Esquerra Unida del País Valencià (EUPV),
defiende en las Cortes Valencianas una PNL para instar al Gobierno a la
convocatoria de un referéndum que permita al pueblo español elegir
democráticamente su forma de Estado. Trenta y cinco años después de la
Constitución de 1978, el desprestigio de la Corona se acrecienta cada
día con los escándalos de corrupción que implican a miembros de la
familia real y afectan al propio rey Juan Carlos, que disfruta de
impunidad absoluta. Frente a la propuesta de EUPV, el Partido Popular
defiende una monarquía "que ha dado grandes glorias a España" y el
Partido Socialista se abstiene (excepto un diputado que rompe la
disciplina) porque "no es el momento de un proceso constituyente, y los
valores republicanos ya están recogidos en la actual Constitución".
Blanco acaba su intervención pidiendo que el pueblo tome la palabra para
"desatar de una vez por todas aquello que Franco dejó atado y bien
atado".
Pleno de las Cortes Valencianas del 13 de junio de 2013
Monarquía Versus República en las Cortes Valencianas
EUPV
presentó una Proposición no de Ley sobre la convocatoria de un
referéndum para que la ciudadanía decida entre monarquía y república
Transcripción de la intervención de Ignacio
Blanco, Diputado de Esquerra Unida del País Valencià (EUPV) en las
Cortes Valencianas el pasado 13 de junio.
«Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios
cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales del reino y guardar
lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional.» Esas son
las palabras que pronunció Juan Carlos de Borbón el 22 de noviembre de
1975 cuando tomó posesión de su cargo de rey de España. Y hasta hoy.
Porque no ha vuelto a pronunciar otras, porque no ha jurado la
Constitución española.
Esta barbaridad, como dicen en los escaños del Partido Popular, puede
parecerles anecdótica, pero no lo es. Es la demostración de la falta de
legitimidad democrática de origen de la corona. Juan Carlos es rey por
decisión personal de Franco, del dictador, y la monarquía es el vínculo
que une el actual régimen con el régimen anterior, con el régimen
franquista. Porque hubo cosas que cambiaron, y otras que no. Sigue la
máxima institución del estado ocupada por la misma persona y sigue la
misma oligarquía económico-financiera del franquismo.
Pero tampoco tiene Juan Carlos de Borbón una legitimidad democrática de
ejercicio, por mucho que se empeñen en contarnos historias oficiales
sobre la transición y el 23-F. Juan Carlos nunca quiso salvar la
democracia, sino salvar la corona, y lo que es peor, al pueblo español
nunca se le preguntó si quería la monarquía o una república. Al pueblo
español en 1978 se le ofreció un
pack, iba todo junto, las
libertades democráticas que recuperaba después de cuarenta años de feroz
dictadura y, al mismo tiempo, ese título segundo con la corona
incrustada en la Constitución.
El rey nunca se ha sometido a la democracia, e incluso durante un tiempo
no ha querido someterse ni a las encuestas, porque ya en el CIS se ve
cómo pierde apoyo popular, en 2011, el 4,89 sobre 10; después dejaron de
preguntar. Recientemente, en 2013, el 3,68; y entre los más jóvenes,
con una desaprobación muchísimo más alta.
Porque el rey, porque la familia real, porque la corona, ha sido motivo
de escándalo durante mucho tiempo, escándalos que vienen de lejos,
escándalos económicos que afectan a personas vinculadas al rey de
España. A Prado y Colón de Carvajal, a De la Rosa, a Mario Conde, a los
Albertos, cosas que se sabían pero que no se contaban, porque funcionaba
un bloqueo informativo que poco a poco se va rompiendo.
Ahora sabemos cada vez con más claridad que tiene relaciones con los
jeques saudíes del petróleo, tenemos noticias de las comisiones
multimillonarias por negocios un tanto oscuros, sabemos que tiene
cuentas personales en Suiza, y quizás otras a través de testaferros.
Sabemos que su gasto millonario hasta ahora o ha estado sometido a la
trasparencia, y ya veremos si se le aplica la ley. Un gasto que, por
otra parte, la Constitución refleja que es para el sostenimiento de su
familia y casa… de su familia y casa, no dice nada del “pisito”, que
también tenía un “pisito” para la señora Corina von Wittgenstein.
El señor rey Juan Carlos de Borbón ha tenido actuaciones personales
dudosas que le han hecho perder credibilidad: estaba cazando elefantes
mientras en España teníamos seis millones de parados y dos millones de
familias sin ningún ingreso. Ahí está el caso Nóos, los padrinos de
Iñaki Urdangarin y de Diego Torres no son solo Jaume Matas, Francisco
Camps y Rita Barberá, hay también un padrino real. La diferencia es que
él está muy tranquilo, porque es inviolable, porque el artículo 56.3 de
la Constitución dice que su persona es inviolable y, por lo tanto, no se
le puede imputar, no se le puede juzgar. La prensa satírica lo ha
explicado mejor que yo... [muestra la portada de la revista Mongolia,
titulada
“El rey podría violarte, y no le pasaría nada”]. El rey nunca, nunca, se ha sometido a la ley, nunca ha sido igual, y tampoco ejemplar, tal como preconiza para los demás.
Pero este es un debate que va más allá de la persona y de los escándalos
que la rodean, es un debate sobre la institución, sobre la monarquía,
sobre una anomalía y un anacronismo histórico. Recuerden ustedes las
palabras del hermano de George Bush, el gobernador de Florida, hablando
de la República Española... Es que no le cabe en la cabeza a cualquier
ciudadano de un país democrático y normal que aquí todavía tengamos una
monarquía por razones dinásticas.
Además, en breve asistiremos al hito que marca la esencia de la
institución: la sucesión, donde se manifiesta claramente su falta de
legitimidad democrática, su condición puramente dinástica. Y enfrentando
ese momento, Esquerra Unida, y con nosotros cada vez más gente,
pensamos que el pueblo español es ya mayor de edad y puede decidir sobre
la forma de estado treinta y cinco años después del referéndum sobre la
Constitución en el que se nos hurtó la posibilidad de votar, cuando
muchos de nosotros, o no habíamos nacido o no habíamos cumplido la
mayoría de edad. En estos momentos creemos que sí se puede.
Nosotros, Esquerra Unida del País Valencià, Izquierda Unida, queremos
una república porque somos demócratas y es la única forma democrática de
organizar el estado en cuanto a la máxima institución. Queremos una
república porque somos de izquierdas y queremos un modelo de sociedad
diferente, justo socialmente, libre, igualitario. Y eso en España
siempre ha venido de la mano de la lucha por la República.
Pero en esta PNL ni siquiera pedimos que se ponga nuestra opción
republicana, simplemente queremos un referéndum para que el pueblo pueda
decidir democráticamente. Además, planteamos que se sigan los
procedimientos constitucionales de convocatoria del referéndum, el
artículo 92 de la Constitución, y también de reforma de la misma, en
caso de que el pueblo decidiera mayoritariamente, democráticamente, que
quiere elegir la forma más democrática: la república. Ese artículo 168
que corresponde al blindaje especial del título II, «De la corona», en
la actual Constitución.
Por lo tanto, ustedes, señorías, no van a votar entre república o
monarquía. Eso no nos compete a nosotros, le corresponde a todos los
ciudadanos en igualdad de condiciones. Ustedes, señorías, van a votar
democracia sí o democracia no. Por eso les pido que no tengan miedo a la
democracia, ese miedo que se manifestó cuando los dos grandes partidos
decidieron no someter a referéndum la reforma del artículo 135 de la
Constitución. No tengan miedo a la democracia.
Por eso pido el voto de los republicanos, que me consta que los hay
seguramente en todos los grupos, especialmente a los republicanos de
izquierda, con los que compartimos una tradición, una historia épica y
trágica. Pero pido sobre todo el voto de los demócratas, que me consta
que también los hay. Es más, deberían serlo todos, aunque a veces no se
note.
Thomas Jefferson decía que las circunstancias del mundo están cambiando
continuamente y las opiniones de los hombres también, y como el gobierno
es para los vivos y no para los muertos, sólo los vivos tienen derecho
sobre él. Señorías, ninguno de los españoles vivos, menores de cincuenta
y tres años, que son mayoría en la sociedad, que también somos mayoría
en este parlamento, pudo votar en 1978. Es hora de que los ciudadanos y
las ciudadanas tomen la palabra y destapen de una vez por todas aquello
que Franco dejó “atado y bien atado”.
Texto de la Proposición no de Ley sobre un referéndum para decidir entre monarquía o república
Proposición no de ley de tramitación especial de urgencia sobre la
convocatoria de un referéndum para que la ciudadanía decida entre
monarquía y república, presentada por el Grupo Parlamentario Esquerra
Unida (RE número 52.049)
A LA MESA DE LES CORTS
Ignacio Blanco Giner, diputado y portavoz adjunto del Grupo
Parlamentario Esquerra Unida, al amparo de los artículos 160 y
siguientes del RCV, presenta la siguiente proposición no de ley de
tramitación especial de urgencia:
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
En una sociedad democrática todas las instituciones se deberían elegir
por voluntad popular y estar sometidas al control y a la posibilidad de
revocación. Este es un principio básico de las sociedades basadas en la
soberanía popular, donde la fuente última de todo poder y autoridad es
exclusivamente la ciudadanía. Por este motivo no puede existir ninguna
autoridad ni ningún poder por encima de esta. Así se hace especial
referencia al principio básico de igualdad ante la ley de todo el mundo.
La Constitución española vigente establece una monarquía parlamentaria,
en la que todas las instituciones del Estado son elegidas -directa o
indirectamente- por sufragio universal, a excepción del jefe de Estado,
que lo es por razones dinásticas. Esto constituye una anomalía y un
anacronismo, compartido con otros países europeos. Pero supone un
fenómeno absolutamente minoritario tanto en la Unión Europea como a
nivel mundial.
La Constitución española de 1978 fue aprobada en referéndum, pero no
dejaba opción a elegir la forma de Estado entre monarquía o república,
sino que se trataba de ratificar o no una constitución que restablecía
las libertades democráticas después de 40 años de dictadura represora.
Lógicamente, la inmensa mayoría de los españoles y españolas en aquel
momento votaron a favor de la Constitución. Pero eso no puede ser
interpretado como un apoyo mayoritario a la institución monárquica, que
nunca se ha sometido al sufragio popular.
Treinta y cuatro años después, la mayoría de la población no votó en
aquel referéndum, ya que todos los que hoy tienen menos de 53 años no
habían cumplido la mayoría de edad y muchos ni tan siquiera habían
nacido.
Además, el apoyo de la ciudadanía a la institución monárquica ha ido
reduciéndose, según se manifiesta en todos los estudios de opinión
-incluidos los del Centro de Investigaciones Sociológicas-, proceso que
se ha acelerado los últimos años al conocer la opinión pública diversos
hechos presuntamente delictivos y otros de dudosa ética que afectan al
propio monarca. Es el caso, por ejemplo, de las presuntos actividades de
intermediación empresarial efectuadas por el rey, la posesión de
cuentas en Suiza (situación que elude la aplicación del régimen fiscal
español), así como la disposición de dinero y medios públicos por
personas ajenas a la Casa Real o a toda actividad institucional oficial
(como, las reuniones programadas por el Instituto Nóos en el entorno de
la Zarzuela para acordar negocios presuntamente delictivos).
Ha llegado el momento en el que el pueblo español decida libre y
democráticamente su forma de Estado y, por ello, presentamos la
siguiente:
PROPUESTA DE RESOLUCIÓN
Las Corts Valencianes instan al Consell a:
Instar al gobierno del Estado a convocar un referéndum, de acuerdo con
lo establecido en el artículo 92 de la Constitución española, para que
la ciudadanía decida entre monarquía y república; de forma que, en el
caso de que ganara democráticamente la opción republicana, se ponga en
marcha el procedimiento de reforma constitucional establecido en el
artículo 168 de la Constitución española.
Les Corts, 4 de abril de 2013
Ignacio Blanco Giner